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[processo ai 25] audiencia 46

Génova, 26 de abril de 2005

La defensa obtiene la autorización para mostrar al testigo Adriano Lauro la piedra encontrada junto al cuerpo de Carlo Giuliani en una próxima audiencia.

Durante la audiencia 46 del proceso a los 25 manifestantes se preveía el examen del vicecomisario adjunto Adriano Lauro, de Filippo Cavataio (conductor del Land Rover de Placanica) y del coronel Giovanni Truglio (comandante de la compañía CCIR durante el G8 de Génova). Ausentes con justificación Truglio y Cavataio, toda la atención se centra sobre Lauro.

Recapitulando: Adriano Lauro- funcionario de la PS (policía estatal italiana) y responsable de los 100 carabineros del batallón Sicilia, comandados por el Capitán Claudio Cappello y protagonistas de los hechos de la plaza Alimonda – afirma que “desde aproximadamente 70 metros de distancia” vio el cuerpo de Carlo Giuliani en el suelo, se dio cuenta de que estaba muerto, pensó que la causa de la muerte era una piedra que estaba cerca del cuerpo (piedra que en las fotos aparece, desaparece, reaparece como por arte de magia, sin que Lauro pueda justificarlo) y dedujo que la culpa por tanto había sido de los manifestantes, observando finalmente: “la sangre salía a borbotones de la cabeza de Carlo Giuliani”.
El es el policía que tantas veces aparece en las imágenes de vídeo gritándole al chico en la escalinata: “bastardo, lo has asesinado tú con tu piedra”. En la audiencia precisa: “habéis hecho estúpidamente una mala valoración inmediata ya que yo no oí ningún disparo”.

Lauro está sintonizado en la onda “fuerzas del orden en el tribunal en una audiencia delicada” (la voz forzada, temblando ligeramente) cuando habla de la plaza Alimonda. Tiende a dar a su testimonio un tono emotivo, recordando el cansancio de sus hombres, la larga jornada de servicio y las dificultades halladas, cayendo en el lirismo: “las calles de Génova parecían las de Irak”. Se precipita en sus declaraciones desencadenando murmullos y comentarios sardónicos en la sala. De hecho, su declaración, como la de muchos otros colegas suyos, resulta farragosa y poco propensa a abrir brecha sobre los sucesos de la plaza Alimonda.

Las directrices de la audiencia de hoy se delinean rápidamente: la fiscalía utiliza un tono muy sentimental para justificar la mala actuación de las fuerzas del orden (sobre todo en la plaza Alimonda), mientras que la defensa pone en duda la credibilidad de las mismas.
En particular, Lauro muestra lagunas en dos niveles. El primero es su valoración general de la jornada del 20 de julio de 2001: no sabía que la manifestación del día 20 estaba autorizada y, al no haber participado en los encuentros preparatorios, no tenía el más mínimo conocimiento de la topografía de la ciudad. En resumen, su gran confusión se sintetiza en la afirmación con la que cierra esta parte de su declaración al fiscal: “el 20 de julio no sabíamos lo que iba a suceder”.

La discusión de los hechos específicos de plaza Alimonda finaliza con la petición de la defensa de mostrar al testigo la piedra encontrada al lado del cuerpo de Carlo Giuliani –piedra incluida en el procedimiento por el asesinato de Giuliani que ha sido archivado- para así verificar la veracidad del testimonio de Lauro, clara solo para la fiscalía. La corte acepta, después de alguna discusión rápida y poco cordial con los fiscales Canepa y Canciani, dejando así entrever un interés por aclarar los hechos de la plaza Alimonda y confirmando la necesidad de verificar la fiabilidad del testigo, que evidentemente los jueces también ponen en duda.