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[diaz] El policÃa enfermorf para indymedia, 14 de octubre del 2005 A mediados de octubre del 2005 en la primera audiencia trás la pausa estival, el juez Barone decidió unir el proceso del acusado Di Bernardini al proceso principal. Esta es la historia del policÃa enfermo: El proceso contra uno de los acusados por la operación policial en la escuela Diaz se separó en julio del 2004 del proceso preliminar porque el acusado se encontraba en ese momento en el hospital, en un coma artificial trás un accidente de moto. El policÃa que sufrió este accidente pocos dÃas antes del comienzo de las audiencias preliminares es el dirigente de un contigente de policÃa de Roma y un testigo de gran importancia. En el 2002 fue el primero que admitió ante el fiscal encargado del sumario que los cocteles molotov requisados en la noche del 21 de julio en la escuela Diaz, en realidad llegaron de manera bien diferente al colegio: en manos de la policÃa. El policÃa enfermo sin embargo no es él que encontró las botellas el dÃa anterior en un lugar totalmente diferente. Ese se llama Guaglione, goza de buena salud y no se encontraba en la escuela Diaz la noche de los hechos. A pesar de todo, tiene mucho en común con el accidentado Massimiliano Di Bernardini. Que precisamente Di Bernardini sufra un accidente seis dÃas antes del comienzo del juicio deja una extraña impresión, ya que en este proceso es un testigo de cargo importante. En el mÃtico caos de afirmaciones contradictorias desde el comienzo de la affaire-molotov en el verano 2002, Di Bernardini por lo menos permaneció firme en una de sus afirmaciones ante el fiscal, lo que podrÃa tener importantes consecuencias para otro de los acusados en este mismo juicio. El otro acusado se llama Pietro Troiani y es un hombre que fue capaz de escapar la atención del fiscal durante mucho tiempo. Hasta junio del 2002 el nombre de Troiani no aparecÃa en ningun testimonio ni protocolo. Su firma tampoco sellaba el informe de requisa en la que las botellas molotov aparecÃan como parte del arsenal que incriminaba a los 93 arrestados por pertenencia a banda criminal. Pero probablemente fue él, él que trajo las botellas al edificio de la escuela. Cuando Troiani se vio metido en este lio, tomo como abogado ni más ni menos que al ex-ministro de justicia Biondi. Biondi es un parlamentario y como tal tiene derechos especiales. De estos privilegios extraordinarios hizo uso ya al principio, en la segunda audiencia preliminar que estaba fijada para el 3 de julio. La audiencia tuvo que ser aplazada en el último momento porque Biondi tenÃa una cita en Bruselas. La historia del policÃa accidentado Di Bernardini es caracteristica del entramado de mentiras que cubre el caso de la escuela Diaz. Su nombre aparece en relación con dos revelaciones espectaculares en el transcurso de las difÃciles investigaciones de la fiscalÃa en el caso Diaz. Pero aún asÃ: tan sólo una fracción de lo ocurrido tendrá consecuencias penales; a nivel polÃtico y social el caso Diaz no ha tenido ninguna repercusión a pesar de que lo sucedido en Génova ha impuesto unas tendencias más que cuestionables en la polÃtica de seguridad de los estados. La violencia pura que todos asociamos con la escuela Diaz no será penalizada, eso está claro. La policÃa y otras instituciones italianas han conseguido unos cuantos éxitos a fin de cuentas: el grupo de matones ha salido indemne, la fiscalÃa ha tenido que pedir el cierre de investigaciones por la imposibilidad de identificar a los autores del delito. El proceso de la escuela Diaz se centrará principalmente sobre las mentiras con las que se pretendió justificar la acción policial y luego explicar la brutal violencia contra los arrestados. El desarrollo de las investigaciones sobre la puesta en escena de los molotovs lo dice todo. Sólo 10 meses después de los hechos de julio 2001 se pone en movimiento la incómoda investigación que desde el primer momento supone para la fiscalÃa una dificil prueba de obstáculos. La policÃa y el estado se protegen totalmente, en tres años no ha cambiado nada. La identificación del transcurso de los hechos, de los autores del delito y de las responsabilidades se ve dificultada. Los medios de información permanecen en silencio, las contradicciones y las preguntas incómodas, salvo en caso puntuales, se simplifican o se evitan directamente. El interrogatorio de los testigos se obstaculiza. Y qué decir de los ataques a la fiscalÃa por parte del partido que gobierna, comenzando por Gianfranco Fini. Ataques que los medios de información se encargan de difundir. Muchas victimas de la agresión viven en el extranjero. El testimonio de muchos tan solo puede ser tomado en sus paises de orÃgen al haber sido expulsados de Italia, y su expulsión ser aún válida. Además de las barreras idiomáticas existen otros problemas: algunas vÃctimas se encuentran demasiado traumatizadas para hablar, otros rechazan por principio cualquier tipo de testimonio ante la justicia. La verdad ha sido ya ampliamente descrita en los numerosos relatos de las victimas y por los medios de comunicación en el momento de los hechos. Los escandalosos sucesos estan documentados, pero a nivel penal sólo cuenta el testimonio bajo juramento, y ese es dificil de obtener. La fiscalÃa hojea informes oficiales y analiza cada detalle de los testimonios, mas bien cortos y contradictorios, de las personas interrogadas. Comparan montañas de frases de todo tipo de informes, de interrogatorios, buscan contradicciones y juntan indicios. Al principio del verano del 2002 descubren una nota de servicio que indica que dos botellas molotov habÃan sido encontradas durante escaramuzas en algún lugar de la ciudad el dÃa antes de la razzia en el colegio. La falta de un informe de requisa es desconcertante. Los fiscales que llevan el sumario deciden investigar este incidente. Un indicio débil que sin embargo les pondrá sobre la pista correcta durante el interrogatorio del vicepresidente de la policÃa de Gravina di Puglia (provincia de Bari, Apulia): Pasquale Guaglione. El 10 de junio del 2002 Pasquale Guaglione reconoce las botellas que se requisaron en la escuela Diaz como las que encontró él en un seto de la calle Corso Italia 24horas antes de la operación policial en el colegio. También declara que depositó las botellas en un momento dado en un vehÃculo de la Squadra Mobile de Roma (unidad móvil de la policÃa). Asà averigua la fiscalÃa como comenzaron su periplo las botellas en el furgón de la unidad móvil romana. Un viaje que acabarÃa en la escuela Diaz y no en comisarÃa. Es la primera pista clara que lleva a las tropas des Vincenzo Canterini, también acusado en este proceso y dirigente de la unidad a la que pertenecÃa el vehÃculo en el que Guaglione depositó las botellas. Paralelamente aparece la sospecha a través de otra cadena de indicios que algunos incidentes que sirvieron como justificación para asaltar el colegio, habÃan sido inventados libremente y que las responsabilidades se encontraban en los niveles más altos de mando. La explicación para la operación policial era aparentemente el ataque con piedras a una patrulla policial. Esta agresión fue señalada por Massimiliano Di Bernardini, pero no parece haber tenido nunca lugar. Las preguntas que ocupan a la fiscalÃa en el verano del 2002 son: ¿Quién falsificó las cartas de la noche chilena? ¿Quién sabÃa, además de Di Bernardini que no hubo tal lluvia de piedras sobre el vehÃculo policial? ¿Actuaron los funcionarios intencionadamente para crear pruebas artificiales a modo de justificar la operación? ¿Qué guante policial depositó las botellas incendiarias que se encontraron, según el informe policial, en la entrada del colegio? El primer funcionario al que conciernen las afirmaciones de Guaglione sobre los molotovs es al accidentado Di Bernardini. La fiscalÃa tenÃa ya a este funcionario de la sección de lucha contra el crimen organizado de la policÃa romana en su punto de mira por otras mentiras (aunque en ese momento aún debÃan ser probadas). Durante su interrogatorio la fiscalÃa le enfrenta al hecho que dos policÃas afirman que "los dos molotovs" según sus recuerdos "estaban en las manos del vicepresidente del agente policÃa que denunció la agresión con piedras delante de la escuela Diaz" Osea, Di Bernardini. Cuando le atosigan con el tema de las botellas, Di Bernardini inculpa a otros policias. Da datos detallados a protocolo que concuerdan con las afirmaciones de Guaglione y las complementan. La afirmación más reveladora es que dice haber visto a un "policÃa romano" de la unidad móvil, cuyo nombre también menciona, en el INTERIOR del colegio con una bolsa de plástico que contenÃa las botellas. Di Bernardini se convierte asà en el primer agente de la operación policial que confiesa que la manera en la que llegaron las botellas a la escuela Diaz difiere de lo referido en los informes policiales. Y entra en la discusión aquel misterioso romano del que nada sabÃa la fiscalÃa hasta entonces. El misterioso policÃa romano es Pietro Troiani, el mismo que estaba sentado el dÃa antes en el jeep en el que se depositaron los molotovs. Es el principio de la pista que llevará a la fiscalÃa a encontrar la clave del caso-molotov por la que se acusará a los dirigentes de la policÃa y que permitirá identificar al vicecomisario Troiani como la persona que deposito las botellas en el interior del edificio. Pietro Troiani- que no tenÃa que estar en la escuela Diaz. La coordinación logÃstica en Génova se encontraba bajo el mando del General Donnini que también se encontraba en el jeep en el que fueron depositados los molotovs el 20 de julio en Corso Italia. El rol de Troiani en el estado mayor de coordinación logÃstica era el de oficial de contacto entre la jefatura superior de la policÃa y las unidades móviles en las diferentes áreas de servicio. No pertenecÃa pues a la unidad de servicio del acusado Vincenzo Canterini que fue enviada a la escuela Diaz. Pero conocÃa bién esta unidad y sobre todo a su dirigente. Canterini le habÃa formado en este grupo y desde un punto de vista policial es como el padre espiritual de Troiani. El policÃa romano pertenecÃa de hecho hasta pocos meses antes del G8 a la unidad de Canterini. Ahora su maestro, que se encuentra bajo presión ya que se intenta poner toda la responsibilidad sobre sus hombres (aunque habÃa mucha más gente en el colegio) no quiere saber nada de su antiguo alumno, y se ha distanciado de él. Cuando le piden un statement sobre estos nuevas descubrimientos contesta: "¡Qué! ¿Troiani? ¿Qué se le habÃa perdido ahÃ? Conmigo y con mi mando no tenÃa nada que ver. Gracias a Dios que se estan aclarando las cosas poco a poco. Por lo menos no se podrá afirmar que pertenecÃa a mis hombres". En el periodo entre el 17 de junio y el 4 de agosto, la fiscalÃa toma continuamente testimonios. Primero se cita a Pietro Troiani, todavÃa como testigo. Es el 1 de julio del 2002. En su testimonio explica donde y como dice haber visto las botellas: "Mi chofer Michele Burgio viene hacia mi y me cuenta que en el coche o en su cercanÃa se habÃan encontrado dos molotovs. [...] Yo le tome las botellas al Dottor Massimiliano Di Bernardini y me fuÃ". Pero Di Bernardini habÃa dicho que le habÃa visto en el interior del colegio con una bolsa de plástico, allÃ, donde presuntamente fueron encontradas. Troiani abandona la fiscalÃa tres horas más tarde y la fiscalÃa se despide de él con la recomendación de que se busque un abogado. El 4 de julio declara Burgio, el conductor del magnum jeep en el que se encontraba los funcionarios del estado mayor. De él averigua la fiscalÃa que el dirigente del estado mayor logÃstico Donnini estaba en el lugar donde se encontraron los molotovs el 20 de julio: "Cuando llego el Dottor Donnini le llamé la atención sobre las botelles y se dirigió hacia mi en un tono como si hubiera hecho una pregunta estúpida[...]" El agente que encontró las botellas, Guaglione, confirmará las afirmaciones de Burgio. Después Burgio preguntó varias veces que habÃa que hacer con las botellas pero no obtuvo respuesta de su superior Donnini. Para Donnini está actuación no tendrá ninguna consequencia. Pero sà para Troiani. Con las afirmaciones de Burgio sobre la escuela Diaz está cada vez más metido en un lio. Burgio dice sobre él: "Delante de la escuela habÃa una situación caótica... Después recibà una llamada del Dottor Troiani que me dijo que le trajera las cosas que habÃamos encontrado, y querÃa decir las dos botellas. Tomé la bolsa de plástico y me hice camino entre la gente...reconocà al inspector Tucci que era el comandante de mi unidad. Le pregunté dónde podÃa encontrar a Troiani y él me lo señalo; [...] me acuerdo que estaba discutiendo con otros dos funcionarios dirigentes [...] puede ser que el primer funcionario al que se dirigió Troiani con la bolsa de plastico la tomara y se pusiera a hablar con otro funcionario". Seis dÃas más tarde Burgio reconoce al funcionario en una foto. Es Massimiliano Di Bernardini. Cuatro periodistas, dos de los cuales trabajan para los periódicos La Reppublica e il Secolo XIX, son denunciados por haber publicado extractos de estos protocolos. Poco tiempo más tarde, Burgio abandona la policÃa. Dice que el ambiente en el cuartel se habÃa vuelto inaguantable para él. En una entrevista confiesa: "Creo en ciertos valores y formas de comportamiento que me parece que hoy en dÃa ya no existen en la policÃa". Retrospectivamente se siente utilizado por sus superiores. El 9 de julio le toca el turno una vez más a Troiani, esta vez como acusado. En su testimonio dice: "Tomo conocimiento de que Burgio ha afirmado ante la institución judicial que recibió una llamada mÃa en la que yo le pedÃa literalmente que trajera "las cosas". Más adelante dice: "Creo que puede ser posible que alguién, antes de que yo partiera de la sede de la presidencia de la policÃa a la escuela Diaz, me dijera algo de la presencia de las botellas [...] yo le dije a Di Bernardini que las botellas estaban en el vehÃculo y Di Bernardini me contestó que las trajera. Creo que tambien estaba delante Caldarozzi. Cuando traje las botellas me preguntó que dónde las habÃa encontrado y yo le dije que las habÃa encontrado en el patio o en la cercanÃa de las escaleras de entrada. Esta fue mi ligereza, y soy consciente que me querÃa deshacer de ellas en vez de escribir un informe de requisa". Pero por los menos Troiani ha admitido de alguna manera que trajo las botellas al patio y que se las dió al funcionario de mando. Poco a poco se descubre de que manera se intentó acusar a los 93 arrestados en la escuela Diaz de la posesión de los molotovs. El análisis de las comunicaciones entre el móvil de Burgio y el de Troiani confirma que hubo tres llamadas telefónicas, a las 00:34, a las 00:52 y a las 00:59. Con ayuda de otros indicios, los fiscales llegan a la conclusión que la orden de traer las botellas al patio de la escuela fue dada a las 00:34. Mientras que los policias intentan cada vez con más vehemencia quitarse el muerto de encima y la opinión pública comienza a prestar atención, los fiscales se dedican a valorar la utilidad de varias filmaciones de cadenas de televisión presentes delante de la escuela Diaz. Asà encuentran unas imágenes que habÃan permanecido ocultas durante todo un año. Cuando el canal de televisión se entera que el scoop del año está en sus propios archivos decide mostrar la filmación publicamente. Pero la fiscalÃa llega antes. Ordena confiscar el original de la cadena de televisión Primocanale y prohibe que el material sea emitido por televisión. Las imágenes muestran como todos los dirigentes de policÃa se congregan alrededor de la bolsa de plástico que acaba de llegar del jeep. La llamada por teléfono a Burgio, de una duración de 22 segundos, tiene lugar según los horarios a las 00:34. La escena filmada tiene lugar siete minutos más tarde, a las 00:41 y dura cinco minutos. La primera escena muestra como los dirigentes de la policÃa, acusados hoy, se congregan alrededor de la bolsa de plástico azul. Luperi esta llamando por teléfono a su superior, el prefecto La Barbera. También estan Canterini, Mortola, Gratteri, Caldarozzi, Troiani. En esta escena parece ser que Luperi lleva la voz cantante. Ordena, dispone, gesticula. A su lado se encuentra Caldarozzi, el vice de Gratteri (que hoy es jefe de la policÃa antiterrorista). La bolsa con las botellas se encuentra en manos de Caldarozzi. De vez en cuando hechan una ojeada al contenido de la bolsa. SonrÃen. Delante de Caldarozzi se encuentra Mortola que entonces dirigÃa la DIGOS genovesa (la policÃa polÃtica) que toma las botellas de la bolsa. Cerca de Mortola se encuentra Murgolo, vicario de la jefatura superior de la policÃa de Bologna, y un poco más lejos se encuentra Gratteri que entonces tenÃa 40 años y que se ha hecho famoso en la lucha contra la mafia. Un poco más allá se encuentra Canterini. Troiani se encuentra a un lado del grupo y observa. Cuando Mortola toma las botellas de la bolsa comienzan casi todos a llamar por teléfono. Los defensores de los acusados pegan botes y patalean, pero nada ayuda: Esta congregación en el patio es prueba suficiente que esta medida ilegal tomada aquella noche fue decidida en ese pequeño grupo y que la presunta agresión con piedras a la patrulla policial aquella tarde también fue decidida por todos como justificación a la operación convenida de la misma manera. La versión oficial de la policÃa sobre la lluvia de piedras es que la tarde del 21 de julio a las 21h30, un grupo de "unas 200 personas de las que la mayorÃa iban vestidas de negro como el black block" en la cercanÃa del patio de la escuela Diaz agredió con piedras y botellas a cuatros vehiculos policiales, dos de los cuales iban de civil. En uno de los coches se encontraba Di Bernardini, agente de la policÃa polÃtica Digos de Génova de la sección de la lucha preventiva contra la criminalidad. De este pasaje de la patrulla se construye la sospecha de que en la escuela Diaz se encuentren pertenecientes "armados " de la "banda criminal del Black Block". Asà se pretende explicar la operación. Junto con un episodio, también inventado, en el que un agente es atacado con cuchillo, los molotovs sirven para justificar la violencia y los arrestos. Para demostrar que la supuesta agresión con botellas y piedras tampoco es verdad, los fiscales tendrán todavÃa que luchar. En mayo del 2003 finalmente se demuestra que no hubo tal agresión sobre un vehÃculo de la policÃa. Las pesquisas en el caso Diaz provocaron en esos meses de verano/otoño del 2002 más de un dolor de cabeza en el ministerio del interior, y como muy tarde en otoño se intenta frenar a la fiscalÃa con un ambiente cada vez más tenso. Se trata de una investigación que toca a las más altas posiciones de la seguridad interior italiana y del estado y pronto se convertirá en el juicio del que menos se habla. En octubre llega algo a la opinión pública que corrobora una vez más como actuó la policÃa aquella noche: ya existen cuatro filmaciones con imágenes útiles de lo que pasó en el patio del colegio. Sale un detalle a la luz que el grupo de investigaciones cientificas de los carabineros (RIS) pretenden no haber visto hasta ese momento. El famoso Troiani, antes de entrar en el patio para depositar las botellas, se quita su distintivo de grado dorado. Unos minutos más tarde aparece con su distintivo de grado otra vez al abandonar el lugar de los hechos con la tropa de Canterini al final de la operación. ¿Por qué se quitó Troiani su distintivo de grado? ¿Fue un tercero que se lo aconsejó o lo hizo de motu propio? No puede haber sido una simple ligereza. A lo largo de las audiencias la fiscalÃa dará a conocer su nivel actual de información. Los resultados de la investigación aquà descritos son tan sólo un fracción de los hechos relacionados con la construcción difamatoria con la que el juez se las tendrá que ver en los próximos meses. El baile sobre el volcán proseguirá ante el tribunal. publicado en: http://de.indymedia.org/2004/07/87069.shtml |
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