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[Diaz] "Parecían un jauría de perros rabiosos"

Génova, 19 de enero del 2006.

El proceso Diaz prosigue a ritmo rápido con los testimonios de las partes lesas. En la sesión de hoy, la número 20 de la vista oral, testimonian cuatro jóvenes ingleses presentes en la escuela Díaz, en el edificio Pertini, en la noche del 21 de julio del 2001.

El primero es N.B. que se encontraba con sus amigos S.B. (testigo de la última sesión) y D.M. en el primer piso de la escuela, en el aula de música en la que ya habían dormido la noche precedente. N. cuenta que la sala, como el resto del colegio estaba en obras. "La puerta no tenía manillar y en el aula había unos marcos sin vidrios que probablemente debían servir para sustituir las viejas ventanas". Además, uno de ellos había cerrado la puerta por equivocación el día anterior y no había sido posible abrirla otra vez: "Para entrar en el aula teníamos que pasar a través de los andamios que se encontraban en el exterior del edificio". Esta sala con el piano tiene dos grandes ventanas que dan sobre el patio. Cuando N. y sus amigos estaban ya durmiendo, oyeron de repente mucho ruido. N. se asoma, ve muchos policías y un coche blindado que desfonda la verja. Están asustados y no saben que hacer. Deciden esconderse bajo la mesa en el cuarto a oscuras. Después los ruidos se avecinan, los policías tiran abajo la puerta y con una linterna iluminan la sala. En pocos segundos se les tiran encima: "Parecían una jauría de perros rabiosos. Rapidamente atacan a D., que cae encima de mí". Todo dura unos minutos. Después, antes de salir del aula, les tiran encima los marcos de las ventanas. Después llegan otros policías que les hacen alzarse y les llevan al gimnasio donde reúnen a todas las personas encontradas en el interior de la escuela. D.M. confirma: "era como si hubiese explotado una bomba, había mucha gente ensangrentada y herida. D. cuenta que en el gimnasio los policías vacían las mochilas: "Tiraban los objetos indiscriminadamente. También esto me asustó mucho: era muy diferente de como yo habría imaginado una perquisición. No entendía nada de aquello que estaba sucediendo y esto acentuaba mi miedo". Los dos recuerdan entre los policías en civil presentes en el gimnasio, uno con la cara cubierta y una larga cola de caballo. Este "misterioso"personaje , que otros testigos han descrito ya, no ha sido identificado jamás aunque su descripción ha sido enviada durante las investigaciones preliminares a todas las comisarías italianas.

El tercer testimonio es de N.D. una jóven inglesa que fué a Génova junto a su novio R.M. Relata que ella y R. volvieron a la escuela alrededor de medianoche, después de ir con unos amigos a comer algo a un bar. Preparan sus sacos de dormir en el gimnasio. La situación es tranquila hasta que comienzan a escuchar ruidos muy altos. Había mucha policía fuera de la escuela y la gente comenzaba a tener pánico. Algunos escaparon por las escaleras. N. y R. les siguieron instinctivamente y llegaron al segundo piso. Alli se detienen y ven por las ventanas a la policía llegar al patio del colegio. Están asustados, no saben que hacer y permanecen junto a otros en el corredor. Cuando ven llegar a la policía se tumban en el suelo. R. se tumba encima de su novia para protegerla y recibe el mayor número de golpes, en la cabeza, en la espalda, en las piernas. Pero los policias consiguen pegar también a N. rompiéndola un brazo. Después de la primera ola, la situación se calma un instante. Después llegan otros policías y la escena se repite. El relato de N. es dramático y hiela por algunos instantes a todos los presentes. "He visto un policía con un cuchillo en mano. Cogió a una de las otras personas y le cortó un mecha de pelo. Después, un policía se acercó a mi, me tomó por el pelo y también me cortó un mecha. Otro policía me pegó en el brazo con su porra, después me acarició el pelo y con voz dulce me dijo <>". "Era como si recogieran un trofeo", dirá después R. Después les hacen bajar las escaleras con otros policías que les pegan aún cuando pasan por delante. Su relato coincide con aquel de muchos otros testigos en que las mochilas fueron vaciadas sin cuidado. Personal sanitario del 118 saca a N. del colegio: "No me dijeron que estaba bajo arresto. Esperaba ir al hospital y después partir de ahí. No hice nada malo, fuimos atacados por la policía". Del testimonio de R. sale a la luz un detalle importante sobre la asi llamada "perquisición": "Vi a un policía cortar el marco de metal de uno de las mochilas y sacar las barras metálicas. Parecía querer hacer ver a los otros que podía haber sido usado como arma". Los abogados de los imputados han renunciado practicamente a realizar el contraexamen de los testimonios. Evidentemente hay bien poco que objetar frente a hechos que ya parecen probados delante de los magistrados.
La próxima sesión tendrá lugar el miercoles 25 de enero del 2006 y testimoniará el periodista inglés Mark Covell y dos testigos alemanes.